El valor de lo innegociable

En el librito que publicaba recientemente hablo en una sección de lo que algunos psicólogos como Philip Tetlock llaman los valores sagrados, refiriéndose con esto a un modo de razonamiento que rodea a ciertas materias que varían más o menos según los individuos pero que se asemejan en que escapan aparentemente a la lógica normal del coste y beneficio. Entre las características de estos valores se encuentra el como los individuos que los consideran sagrados tratan de evitar su «contaminación» con meras consideraciones de coste y beneficio. De hecho, los individuos que portan tales valores suelen reaccionar con asco e indignación frente a la equiparación monetaria o puramente económica de estos valores.

En el librito doy algunos ejemplos de esto, desde consideraciones sobre el valor de la vida humana, el valor de una amistad o el trabajo de ciertos antropólogos sobre la psicología del conflicto y la reconciliación en torno al valor sagrado de la Tierra Santa. (Ver aquí, o algo más reciente, aquí).

Aunque hacía lo mejor posible por dar algunos detalles sobre este tema aun tratándolo sintéticamente, todos mis esfuerzos por concretizar quedan a años luz de la impresionante maestría de los periodistas radiofónicos de Radiolab que en un reciente podcast recorrían con pelos y señales una serie de dilemas muy reales a los que debían hacer frente distintos tomadores de decisiones.

El podcast se titula «Worth» (lo que vale algo) y puede escucharse aquí.

¿Hay algo sagrado? Los valores sagrados (o «valores del compromiso», como los llamo yo en el reciente libro) tienen una existencia más que confirmada en el modo de razonar típicamente humano. En cuanto a lo «absolutamente sagrado» todo parece indicar que no tenga cabida en el comportamiento humano, aunque reconocer esto pueda ser más o menos contraproducente según los contextos.

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